La Semana de la Sidra de Xixón se convierte en un escenario clave para la promoción de la sidra artesanal, con la celebración de su primer concurso que reunirá a casi sesenta llagareros en la emblemática plaza Mayor de Gijón. Este evento, programado para el viernes a las 12 horas, marca un hito en la historia de la bebida más representativa de Asturias, al dar visibilidad a los productores caseros que utilizan métodos tradicionales y recursos propios para elaborar su sidra.
La creciente participación de llagareros en este concurso es un indicativo del resurgimiento del interés por la fabricación casera de sidra. José Manuel Costales, uno de los participantes, expresa su entusiasmo por el reconocimiento que esta iniciativa puede traer a su labor. «Cada vez somos más», afirma, destacando la importancia de que el trabajo de quienes producen sidra para consumo personal y familiar no caiga en el olvido. La asociación El Culete Moyáu, que organiza el evento en colaboración con el Ayuntamiento de Gijón, tiene como objetivo proteger y promover esta parte esencial de la identidad asturiana.
La plaza Mayor, un lugar emblemático, se convierte en el punto de encuentro para los amantes de la sidra y la cultura asturiana. Manuel Castro, presidente de la asociación, señala que uno de los objetivos del concurso es equiparar la calidad y el reconocimiento de la sidra artesanal de Gijón con la de concejos vecinos como Villaviciosa o Piloña. «Queremos que este concurso tenga cierto nivel y que se convierta en una tradición anual», añade Castro, quien espera que la plaza se llene de gente para celebrar esta bebida que forma parte del patrimonio cultural de la región.
La participación de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, quien dará el pregón inaugural, y del presentador Laude Martínez como maestro de ceremonias, añade un toque especial al evento. Los llagareros, que han trabajado arduamente para preparar sus mejores sidras, están motivados por el deseo de compartir su producto con un público más amplio. Carmen Pérez, otra llagarera participante, enfatiza la importancia de compartir la cultura de la sidra, que tiene un carácter comunitario y se elabora en familia y con amigos.
El concurso no solo busca celebrar la sidra, sino también educar al público sobre su producción y consumo. José Manuel García, otro de los llagareros, señala que es esencial mantener viva la cultura sidrera, que ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. «Ahora ya no se bebe sidra, se consume sidra», lamenta, refiriéndose a cómo las costumbres han cambiado con el tiempo. La juventud, atraída por otras bebidas como la cerveza, ha dejado de lado la sidra, lo que representa un desafío para su continuidad.
Sin embargo, el esfuerzo de los llagareros por mantener viva esta tradición está dando frutos. Ceferino Alonso, miembro de la asociación, destaca que el interés por la sidra artesanal ha crecido desde la creación de El Culete Moyáu. «Toda la vida, y en todos los pueblos, se hizo sidra en todas las casas; ahora se trata de impedir que caiga en el olvido», afirma. La celebración de este concurso es una oportunidad para que los productores caseros reciban el reconocimiento que merecen y para que la cultura de la sidra se transmita a las nuevas generaciones.
Silvia Fernández, quien comenzó a elaborar su propia sidra hace solo cuatro años, es un ejemplo de que esta práctica puede mantenerse y recuperarse. «A la gente joven le gusta la sidra», asegura, y enfatiza que garantizar su futuro está en manos de quienes producen y comparten esta bebida. La pasión y el esmero que los llagareros ponen en su trabajo son evidentes, y muchos de ellos participan de manera altruista, motivados por el deseo de compartir su producto con un público nuevo.
El concurso de sidra artesanal de Gijón no solo es un evento que celebra una bebida, sino que también representa un esfuerzo colectivo por revitalizar una tradición que forma parte de la identidad asturiana. Con la participación de casi sesenta llagareros y el apoyo de la comunidad, este evento promete ser un paso significativo hacia el reconocimiento y la preservación de la cultura sidrera en Asturias. La sidra, más que una bebida, es un símbolo de comunidad, tradición y pasión, y su futuro depende de la dedicación de quienes la producen y de la apreciación de quienes la disfrutan.