La ciudad de Avilés se ha vestido de blanquiazul para conmemorar un momento histórico en el deporte local: el ascenso del Real Avilés a la Primera RFEF. Este acontecimiento ha desatado una ola de alegría entre los aficionados, quienes se han congregado en la plaza de España para rendir homenaje a sus héroes. La jornada del domingo 1 de junio de 2025 se convirtió en una auténtica fiesta, marcada por la emoción y el orgullo de pertenencia a un equipo que ha demostrado su valía en el campo de juego.
La victoria del Real Avilés en el estadio Suárez Puerta, donde el equipo logró una goleada significativa, fue el punto de partida de esta celebración. Este ascenso no solo representa un logro deportivo, sino que también simboliza la perseverancia y el esfuerzo de un grupo de jugadores y su cuerpo técnico que han trabajado arduamente durante la temporada. La afición, que ha estado al lado del equipo en los momentos difíciles, se unió en un clamor de apoyo y celebración, haciendo eco de la frase «¡Aupa Avilés!» que resonó en cada rincón de la plaza.
La jornada comenzó con la llegada de los jugadores al Ayuntamiento, donde fueron recibidos por la alcaldesa y otros miembros de la Corporación municipal. El ambiente era festivo, con música y vítores que acompañaban a los futbolistas en su recorrido. Los jugadores, visiblemente emocionados, se asomaron a los balcones del consistorio para saludar a los miles de aficionados que se habían congregado para celebrar este logro. La plaza de España se convirtió en un mar de blanquiazul, con banderas y camisetas del equipo ondeando al viento.
Durante el acto, los jugadores compartieron sus sentimientos sobre la temporada y el camino hacia el ascenso. Natalio, uno de los capitanes, expresó su gratitud hacia la afición, recordando que el año había sido complicado, pero que la unión del equipo y el apoyo de los seguidores fueron claves para alcanzar este objetivo. Las palabras de Rozada, el entrenador, también resonaron en el corazón de los presentes, quien se comprometió a seguir trabajando para llevar al Real Avilés a nuevas alturas en el fútbol profesional.
La celebración incluyó un emotivo video que recordaba los momentos más destacados de la temporada, así como un intercambio de regalos entre la alcaldesa y el presidente del club, Diego Baeza. Este tipo de gestos simbolizan la conexión entre el equipo y la comunidad, un vínculo que se ha fortalecido a lo largo de los años. La afición, por su parte, no escatimó en muestras de cariño, coreando los nombres de sus jugadores y mostrando su apoyo incondicional.
La jornada culminó con un espectáculo musical que animó aún más el ambiente festivo. La música de Bizarrap, que se había convertido en un himno no oficial del equipo, sonó en la plaza, mientras los aficionados bailaban y celebraban el éxito de su equipo. Este tipo de eventos no solo celebran el triunfo deportivo, sino que también fortalecen el sentido de comunidad y pertenencia entre los habitantes de Avilés.
El ascenso del Real Avilés es un claro ejemplo de cómo el deporte puede unir a una comunidad. La pasión por el fútbol trasciende las fronteras del campo de juego, y en Avilés, este sentimiento se ha manifestado de manera contundente. La afición ha demostrado que está dispuesta a apoyar a su equipo en las buenas y en las malas, y este ascenso es el resultado de esa lealtad y compromiso.
Con este ascenso, el Real Avilés no solo busca consolidarse en la Primera RFEF, sino que también aspira a seguir creciendo y mejorando en el ámbito deportivo. La dirección del club ha manifestado su intención de mantener el impulso y trabajar en la formación de un equipo competitivo que pueda enfrentar los desafíos de la nueva categoría. La afición, por su parte, espera con ansias la próxima temporada, llena de expectativas y sueños por cumplir.
En definitiva, la celebración del ascenso del Real Avilés ha sido un evento que quedará grabado en la memoria de los aficionados y en la historia del club. La ciudad se ha unido en una sola voz para celebrar un logro que representa mucho más que un simple ascenso: es un símbolo de esperanza, esfuerzo y unidad. Avilés ha demostrado que, cuando se trabaja en equipo y se cuenta con el apoyo de la comunidad, los sueños pueden hacerse realidad.