Un trágico incendio en un caserío de Oleta, en la localidad vizcaína de Ajangiz, ha dejado a una familia entera sin hogar. En la madrugada del pasado lunes, los Bomberos de Vitoria recibieron un aviso sobre el fuego que consumía la vivienda, y tras cinco horas de arduo trabajo, lograron controlar las llamas. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: el tejado se había derrumbado y la casa quedó completamente destruida.
La familia afectada, compuesta por cinco miembros, incluía a Irati, una niña de ocho años; Aitzol, un adolescente de 15; Meritxel, la madre de 44 años; y los abuelos, Mari Carmen y José Mari, de 68 y 69 años, respectivamente. Todo lo que habían construido a lo largo de los años, desde fotografías hasta muebles y recuerdos, se redujo a cenizas en cuestión de horas.
### El heroísmo en medio del desastre
El joven Aitzol fue quien, al escuchar ruidos extraños en la primera planta, se despertó y alertó a su familia gritando «¡fuego!». A pesar de sus esfuerzos por sofocar las llamas con extintores y agua, la situación se volvió insostenible, lo que obligó a la familia a evacuar la casa. Aunque lograron salir a salvo, el impacto emocional de ver su hogar arder fue devastador.
«La casa ya no está», lamentan, pero a pesar de la tragedia, la familia se muestra decidida a no dejarse vencer. «Nosotros seguimos de pie y ya estamos pensando en empezar de cero. Esto no es el final», afirman con una determinación admirable. La familia ha enfrentado esta situación antes; hace 15 años, otro incendio les había hecho perder todo. Esta experiencia les ha dejado cicatrices profundas, pero también una fortaleza que ahora les impulsa a reconstruir sus vidas.
### La búsqueda de apoyo y la comunidad solidaria
Al día siguiente del incendio, la familia se encontró en una situación desesperada, sin más pertenencias que la ropa que llevaban puesta. Sin embargo, en medio de la adversidad, han recibido un apoyo abrumador de la comunidad. «Nunca imaginamos que nos tocaría vivir algo así de nuevo, pero aquí estamos, enfrentando el día después de perderlo todo», expresan con un tono de resiliencia.
El caserío Obena, que ha estado en manos de la familia durante 34 años, sufrió daños significativos debido a lo que se sospecha fue una mala instalación de la chimenea. A pesar de la angustia y el dolor, la familia ha querido agradecer a todos aquellos que se han acercado para ofrecer su ayuda. «Un grupo de personas increíbles se reunió para ayudarnos a vaciar parte de la casa y rescatar lo poco que queda», comentan, mostrando su gratitud por el apoyo recibido.
Para facilitar la ayuda, han creado una cuenta en Instagram, @obenabaserriazutik, donde invitan a la comunidad a colaborar. «Esto no es el final. Empezamos de cero, pero no solos. Toda ayuda es bienvenida, y cada gesto, por pequeño que parezca, nos da fuerzas para seguir», escriben en su perfil. La familia está decidida a reconstruir su hogar y su vida, y están abiertos a recibir cualquier tipo de apoyo que les permita hacerlo.
La historia de esta familia es un recordatorio de la fragilidad de la vida y de cómo, en momentos de crisis, la solidaridad y el apoyo comunitario pueden marcar una gran diferencia. A medida que avanzan en su proceso de recuperación, su valentía y determinación son un ejemplo de cómo enfrentar la adversidad con esperanza y unidad. La comunidad de Oleta se ha unido en torno a ellos, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la solidaridad puede brillar con fuerza.