La inundación que afectó a la provincia de Valencia el 29 de octubre de 2024 ha dejado una huella profunda en la región, revelando no solo la vulnerabilidad de muchas construcciones, sino también la necesidad urgente de revisar y actualizar los planes de prevención de inundaciones. Este evento climático extremo, conocido como dana, ha desbordado las previsiones y ha puesto en evidencia la falta de preparación ante fenómenos de esta magnitud.
Un análisis detallado de los daños causados por la dana muestra que aproximadamente el 40% de los edificios afectados no se encontraban en zonas consideradas de riesgo de inundación. Este dato alarmante se desprende de un estudio realizado con datos del Catastro, que revela que muchas de las construcciones dañadas estaban ubicadas en áreas donde el riesgo de riada se consideraba muy bajo. Localidades como Benetússer, Sedaví, Paiporta y Picanya fueron algunas de las más afectadas, con un notable número de edificaciones que sufrieron daños significativos.
### La Desproporción entre Prevención y Realidad
El análisis de la situación revela que cerca del 16% de la población de Valencia se vio afectada por la inundación. De las más de 44,000 parcelas inundadas, alrededor de 18,000 estaban fuera del Plan de Acción Territorial de carácter sectorial sobre prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana (PATRICOVA), que no se había actualizado desde 2015. Este hecho pone de manifiesto la necesidad de revisar y adaptar los planes de prevención a la realidad actual, considerando el crecimiento urbano y los cambios en el clima.
La rambla del Poyo, que atraviesa varios municipios, fue uno de los principales focos de la inundación. Con una población de aproximadamente 430,000 personas en su cuenca, la rambla no estaba preparada para manejar el caudal que se presentó durante la dana. Los expertos estimaron que el caudal máximo alcanzó los 3,500 metros cúbicos por segundo en Paiporta, duplicando las previsiones iniciales. Este desbordamiento afectó a más de 500 construcciones en Torrent, muchas de las cuales estaban ubicadas en zonas que no se consideraban inundables.
La situación se complicó aún más debido a la acumulación de sedimentos y otros materiales sólidos arrastrados por el agua, que terminaron en la Albufera de Valencia. Este ecosistema, que ya enfrenta desafíos ambientales, recibió entre el 50% y el 70% de los aportes hídricos que normalmente acoge en un año, lo que podría tener consecuencias a largo plazo para su salud ecológica.
### Consecuencias en Infraestructuras y Servicios Públicos
La dana no solo afectó a las viviendas, sino que también causó daños significativos en infraestructuras esenciales. Más de 600,000 personas se quedaron sin suministro de agua, y la capital valenciana sufrió daños en el canal Júcar-Turia, lo que complicó aún más la situación. El alcantarillado también se vio gravemente afectado, con problemas en 52 municipios y un total de 800 kilómetros de red dañada. Estos problemas no solo causaron inconvenientes inmediatos, sino que también generaron un riesgo de salud pública debido a la contaminación de las aguas residuales.
El impacto en el transporte fue igualmente devastador. Más de 560 kilómetros de vías de tren fueron destruidos, afectando tanto al servicio de Cercanías como a las rutas de los Ferrocarrils de la Generalitat y la red de AVE. La interrupción de estos servicios tuvo un efecto dominó en la economía local, con más de 64,000 negocios afectados, especialmente en sectores como la metalurgia, la madera y la alimentación.
La respuesta a la emergencia fue complicada por los cortes generalizados de telefonía e internet, que dejaron a más de 300,000 personas sin servicio. Esta falta de conectividad dificultó la coordinación de los esfuerzos de rescate y recuperación, lo que subraya la importancia de contar con infraestructuras de comunicación resilientes ante desastres naturales.
### La Necesidad de un Plan de Acción Efectivo
El PATRICOVA, que se estableció en 2003, es un plan pionero en España para la prevención del riesgo de inundaciones. Sin embargo, su falta de actualización ha dejado a muchas comunidades vulnerables ante eventos climáticos extremos. El plan establece diferentes niveles de riesgo y limita el uso del suelo en áreas propensas a inundaciones, pero su implementación ha sido insuficiente para proteger a la población.
La revisión del PATRICOVA es esencial para garantizar que se tomen en cuenta las realidades actuales, incluyendo el crecimiento urbano y el cambio climático. La construcción de infraestructuras estratégicas, como centros de emergencias y hospitales, debe ser evaluada cuidadosamente para evitar que se ubiquen en zonas de riesgo. Además, es fundamental que se realicen estudios de inundabilidad antes de permitir cualquier tipo de construcción en áreas potencialmente peligrosas.
La experiencia de la dana de 2024 debe servir como un llamado a la acción para las autoridades locales y regionales. La planificación urbana debe ser más rigurosa y considerar no solo el crecimiento poblacional, sino también la capacidad de las infraestructuras para manejar eventos climáticos extremos. La colaboración entre diferentes niveles de gobierno y la participación de la comunidad son cruciales para desarrollar un enfoque integral que garantice la seguridad de los ciudadanos.
La recuperación de Valencia tras la dana será un proceso largo y complicado, pero es una oportunidad para aprender de los errores del pasado y construir un futuro más resiliente. La inversión en infraestructura, la actualización de los planes de prevención y la educación de la población sobre los riesgos de inundación son pasos necesarios para mitigar el impacto de futuros desastres naturales. La comunidad valenciana debe unirse para enfrentar estos desafíos y trabajar hacia un entorno más seguro y sostenible para todos.
