La reciente cumbre en Sharm El Sheij, donde se discutió un plan de paz para Gaza, ha puesto de manifiesto la peculiar relación entre Gianni Infantino, presidente de la FIFA, y Donald Trump, ex presidente de los Estados Unidos. La presencia de Infantino en un evento predominantemente político ha suscitado interrogantes sobre el papel del deporte en la diplomacia internacional y cómo las relaciones personales pueden influir en decisiones de gran calado.
### La Diplomacia del Fútbol: Un Vínculo Inusual
La invitación de Infantino a la cumbre de paz fue atribuida a la influencia de Trump, quien ha sido un firme defensor de la importancia del fútbol como herramienta de unidad y esperanza en regiones conflictivas. Infantino, en su discurso, enfatizó que el fútbol puede ayudar a reconstruir Gaza, ofreciendo no solo infraestructura, sino también un sentido de comunidad y pertenencia. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿por qué un líder deportivo está presente en una cumbre de líderes políticos?
La respuesta parece estar en la intersección entre el deporte y la política. Infantino ha sido un aliado cercano de Trump desde que ambos asumieron sus respectivos cargos. Su relación se ha fortalecido a lo largo de los años, especialmente cuando ambos colaboraron para otorgar a Estados Unidos la sede del Mundial de 2026. Esta conexión ha llevado a Infantino a ser visto como un defensor del ex presidente, incluso sugiriendo que Trump merece el Premio Nobel de la Paz por su papel en la mediación de conflictos en Oriente Medio.
Sin embargo, esta cercanía ha generado críticas. Muchos se preguntan si Infantino está utilizando su posición para avanzar en la agenda política de Trump, especialmente en un país donde el fútbol aún no ha alcanzado el estatus de deporte rey. La relación entre ambos ha sido descrita como una mezcla de negocios y política, donde el fútbol se convierte en un medio para alcanzar fines más amplios.
### Negocios y Poder: La Influencia de Infantino
La relación entre Infantino y Trump no se limita a la política; también abarca el ámbito de los negocios. Infantino ha estado presente en eventos clave organizados por Trump, desde cenas en el Foro Económico de Davos hasta la firma de acuerdos diplomáticos. Esta cercanía ha llevado a la percepción de que Infantino podría estar utilizando su posición en la FIFA para beneficiar a Trump y sus intereses comerciales.
Un ejemplo claro de esto es la reciente entrega de un trofeo de la FIFA a Trump, un gesto que simboliza la amistad entre ambos. Infantino ha abierto sedes de la FIFA en Estados Unidos, incluyendo una en la Torre Trump en Nueva York, lo que ha alimentado aún más las especulaciones sobre la naturaleza de su relación.
Además, Infantino ha sido criticado por sus viajes frecuentes a Catar, un país que ha sido objeto de controversia por su papel en la financiación de Gaza y su relación con Trump. Este vínculo ha llevado a cuestionamientos sobre la imparcialidad de Infantino como presidente de la FIFA y su capacidad para separar sus intereses personales de sus responsabilidades como líder deportivo.
La influencia de Infantino se extiende más allá del fútbol. Su cercanía con Trump ha llevado a la FIFA a ser vista como una herramienta en manos del ex presidente, quien ha amenazado con retirar sedes de eventos deportivos en ciudades gobernadas por demócratas. Esta situación plantea serias dudas sobre la independencia de la FIFA y su compromiso con el deporte, en lugar de ser un peón en el juego político de Trump.
La relación entre Infantino y Trump es un claro ejemplo de cómo el deporte puede ser utilizado como un medio para fines políticos y comerciales. A medida que se acerca el Mundial de 2026, la atención se centrará en cómo esta relación influirá en el evento y en el futuro del fútbol en Estados Unidos. La intersección entre el deporte y la política es un terreno delicado, y la figura de Infantino se encuentra en el centro de esta compleja dinámica.