La situación en Gaza ha alcanzado niveles de desesperación inimaginables, especialmente para las mujeres embarazadas y las madres. En medio de un conflicto devastador, estas mujeres enfrentan no solo el miedo constante a los bombardeos, sino también la lucha diaria por la supervivencia de sus hijos. La historia de Dina Al Ashi, una madre de tres hijos que ha vivido en carne propia la brutalidad de la guerra, es un reflejo de la realidad que viven miles de mujeres en la región.
Dina, de 28 años, estaba embarazada de seis meses cuando comenzó la masacre en Gaza. Su vida, que ya era complicada, se tornó aún más difícil cuando su barrio, Tel Al-Hawa, fue uno de los primeros en ser atacados. «Fue catastrófico, fuimos blanco directo de los bombardeos», recuerda. En medio de la destrucción, Dina se vio obligada a huir con sus dos hijos pequeños, enfrentando el dilema de proteger a sus hijos o al bebé que llevaba en su vientre. La angustia de ser madre en un entorno tan hostil es palpable en sus palabras: «He actuado con mucha contradicción como madre. Pasaba de la vulnerabilidad a la fuerza, del llanto a actuar como si nada».
La guerra ha tenido un impacto devastador en la salud materna y infantil. Según datos del Ministerio de Sanidad de Gaza, más de 66,000 personas han perdido la vida en el conflicto, la mayoría de ellas mujeres y niños. La población ha disminuido drásticamente, y las condiciones para dar a luz se han vuelto cada vez más precarias. La falta de suministros médicos, como anestesia, ha llevado a situaciones angustiosas en los hospitales, donde las mujeres deben dar a luz sin la atención adecuada. La matrona Yasmin Sabri Abu Shnaineh, de Médicos Sin Fronteras, ha alertado sobre el aumento de complicaciones en los partos debido a la malnutrición y la falta de atención médica.
El hambre y la escasez de alimentos son otros enemigos mortales en Gaza. La situación se ha vuelto tan crítica que las Naciones Unidas declaró oficialmente una situación de hambruna en agosto. Más de medio millón de personas sufren de inanición, y el costo de los alimentos ha alcanzado niveles exorbitantes, lo que hace que muchas familias se vean obligadas a elegir a qué hijo alimentar. Dina comparte su dolor: «Me siento muy culpable, ahora están en una fase clave del crecimiento. Lo más doloroso es elegir a quién de tus hijos alimentas».
La desnutrición infantil es un problema creciente en Gaza. Save the Children ha informado sobre un aumento alarmante de recién nacidos gravemente desnutridos. La falta de acceso a alimentos adecuados y la escasez de leche materna han llevado a un aumento en los casos de malnutrición aguda entre los niños. La directora de proyectos en Gaza de Save the Children, Georgia Tacey, ha señalado que la desnutrición no solo afecta el crecimiento físico de los niños, sino que también tiene consecuencias a largo plazo en su desarrollo cognitivo y emocional.
La guerra ha dejado cicatrices profundas en la infancia de Gaza. Al menos 20,000 niños han sido asesinados, y muchos más han quedado mutilados o traumatizados. La falta de acceso a la educación y la atención médica adecuada ha creado un panorama desolador para las nuevas generaciones. La maestra Nurhan Mahmud Al Farrah, que ha continuado enseñando a pesar de la guerra, ha expresado su preocupación por el futuro de sus alumnos: «Sus ambiciones y sus sueños han cambiado. La única meta de muchos niños es salir de este país, lejos de la destrucción y el miedo».
La resiliencia de las mujeres y los niños en Gaza es admirable, pero la carga que llevan es abrumadora. La guerra no solo ha destruido sus hogares, sino que también ha robado su esperanza. La historia de Dina y de tantas otras mujeres en Gaza es un recordatorio de la necesidad urgente de atención humanitaria y de una solución pacífica al conflicto. En medio de la devastación, estas mujeres continúan luchando por la vida de sus hijos, enfrentando cada día con valentía y determinación, a pesar de las circunstancias más adversas.
La comunidad internacional debe prestar atención a la crisis humanitaria en Gaza y trabajar para garantizar que las mujeres y los niños reciban la ayuda que necesitan. La vida de miles de familias depende de ello. La guerra ha dejado una marca indeleble en la sociedad gazatí, y es fundamental que se tomen medidas para aliviar su sufrimiento y construir un futuro más esperanzador para todos.